Travesía de 43 kilómetros realizada en tres días, inicialmente planificada para dos, (esa historia será descrita en el siguiente relato).
Iniciamos la caminata a orillas del camino a Farellones en el sector de la Ermita, remontando el estero Covarrubias hasta su nacimiento, cruzando la altiplanicie del sector de los Azules, y dirigiéndonos en dirección sur recorriendo el agradable estero el Manzano hasta la misma calle en el cajón del Maipo.
Todo el recorrido en si fue una aventura, con momentos de dificultades en el primer día debido a la ausencia de fuentes de agua, el segundo día siguiendo un sendero que a ratos se perdía entre roquerios y sectores expuestos hasta la decisión de la tarde del segundo día de agregar un día más a la marcha debido a la imposibilidad de concretar en dos días todo el recorrido. El tercer día fue dentro de todo el más agradable, ya que teníamos acceso a agua casi en todo momento, aunque la llegada a nuestro destino se extendía cada vez más, hasta que el broche final fue encontrarnos con un portón enorme que nos impedía acceder por el camino hasta nuestro ansiado destino final y empanadas del negocio del Manzano. Por lo anterior, debimos bordear el estero, encontrar un sendero que nos llevaba a un camino vehicular, el cual FINALMENTE nos permitió completar la travesía.
Dia sábado 18 de enero. Cerca de la 1 de la tarde dábamos por iniciada la aventura.
Luego de unos primeros 5 kilómetros recorriendo un camino vehicular de tierra, realizamos la primera detención al cruzar el estero Covarrubias. Momento para hidratarnos y refrescarnos de aquel caluroso día.
Al retomar la caminata, nos encontramos rápidamente con otro estero, el Recauquenes, el cual traía un pequeño caudal que no fue difícil sortear.
No lo sabíamos, pero este iba a ser la última fuente de agua que tendríamos por muchas horas más. La previsión hizo que llenáramos nuestras botellas, nos hidratáramos por última vez, y continuáramos la caminata.
Tres y cuatro de la tarde. Dia muy caluroso. Todo seco, transitábamos por roquerios y cruzábamos quebradas, pero no había ningún rastro, ni el más mínimo de agua.
La caminata continuaba.
A ratos el sendero se perdía, había que detenerse y estudiar muy bien las huellas para evitar desvíos innecesarios.
Cruzando otra quebrada. Totalmente seca.
Una de las tantas detenciones que tuvimos aquel día. La hora transcurría y el estero Covarrubias lo veíamos a lo lejos, en lo profundo del cajón.
Cerca de las ocho de la noche nos dirigimos directo al estero, la misión era encontrar una ruta de acceso para poder llegar a él y establecer el campamento. A esa hora y en ese punto ya no contábamos con agua en nuestras botellas.
El primer intento fue fallido, ya que no pudimos seguir adelante por un barranco que interrumpía de forma abrupta el camino. Debimos regresar, volver a ascender e intentar nuevamente más adelante.
En esta oportunidad, y ya muy cerca de las 9 de la noche, con muy poca luz natural, pudimos improvisar una ruta de descenso que nos costó algunas caídas leves, pero que nos logró recompensar con un acceso al estero, donde finalmente pudimos hidratarnos y refrescarnos.
En la foto ya me encuentro preparando la rica cena, muy necesaria para recuperar las fuerzas y energias ocupadas ese día. Arroz con Hamburguesas.
Domingo 19 de enero. Cerca de las 9 de la mañana.
Detalle de nuestro campamento. No se logra apreciar en la foto, pero el estero estaba a no más de 10 metros.
El esquivo Estero Covarrubias.
Finalmente lo pudimos aprovechar, bañándonos, bebiendo de su afluente, y obviamente cargando al tope nuestras botellas.
Disfrutando de un rico té junto a mi hijo Javier.
Un reponedor y reconfortante desayuno.
Luego de desayunar, me ocupe de guardar la carpa, sacos de dormir, comida, y tener todo listo para la partida. A las 10 de la mañana dimos por iniciada la marcha del segundo día.
Tomamos una ruta zigzagueante hacia arriba, en dirección este, con el objetivo de ubicar el sendero y proseguir en dirección sur a nuestro destino.
Luego de poco menos de una hora ya estábamos posicionados nuevamente en el sendero principal y seguimos hacia adelante.
Luego de dos horas y media, pasado el mediodía nuestra ruta nos llevó cerca del estero, así que no dejamos pasar la oportunidad de darnos un reconfortante baño en las frías aguas del estero Covarrubias.
Y bueno. Luego de un merecido descanso, proseguimos.
En la foto se puede apreciar la cumbre del cerro Terremoto, el cual bordeamos.
Y seguíamos ganando altura. Poco a poco nuestro avance nos acercaba a la primera meta del día. el sector de los azules y el paso hacia el sur por el estero el Manzano.
Cerca de las 2 de la tarde ya nos encontrábamos en el nacimiento del Covarrubias. La meta ya estaba muy cerca.
Y finalmente cerca de las dos y media alcanzamos el sector de los Azules. Aún faltaba transitar por dicha altiplanicie hasta el paso.
Fue en este preciso sector que la fortuna nos permitió obtener algo de señal, por lo que informe de que probablemente en aquel día no lograríamos terminar la caminata. Aún faltaban muchas horas, y la opción de extender un día más la aventura, cobraba cada vez más fuerza.
Mirando hacia atrás, hacia el norte se alzaba el imponente Plomo.
Una vez cruzado el paso. se cruza un sector de abundantes vegas, con diversas vertientes que van nutriendo al naciente Estero el Manzano.
Javier posando junto al antiguo refugio de los azules.
Y el sector de los corrales, donde pudimos descansar bajo la sombra de enormes árboles.
Foto para el recuerdo, ya más repuestos luego de un extenso descanso.
La decisión de extendernos un día más ya se había tomado e informado.
5 de la tarde y ya dábamos por iniciado el descenso.
La idea era acampar junto al estero el Manzano.
Comenzamos a ver a lo lejos una gran cantidad de humo, que fue aumentando a medida que íbamos descendiendo. Esa noche nos enteraríamos que un gran incendio había ocurrido en el sector del estero el Canelo.
Poco antes de las 8 de la noche logramos encontrar el lugar ideal para establecer nuestro campamento. Junto a una gran roca y muy cerca del estero.
Fue el momento perfecto para comer algo, disfrutar de un rico té y prepararnos para el merecido descanso que necesitábamos para afrontar al día siguiente los últimos kilómetros que nos quedaban.
Poco antes de las 10 de la mañana ya teníamos todo listo.
Última foto de la cordada antes de dar por iniciada la marcha.
A diferencia del primer día, el agua estuvo presente en todo momento, teniendo que cruzar el estero en varias ocasiones, además de mojarnos los pies por los afluentes más pequeños que inundaban el camino.
Ya cerca del final.
El sol golpeaba con fuerza, y las energias ya no abundaban como en el primer día.
Habia que mantener al ánimo y no decaer.
Un último desafio o prueba fue tener que "buscar" el acceso a la calle principal, ya que habia un gran porton cerrado que imnpedia el paso. Finalmente, y gracias a indicaciones que nos entregaron, pudimos seguir.
Y finalmente, a las dos de la tarde, luego de 4 horas de caminata, llegamos a nuestro destino.
Crucé al frente a comprar empanadas, bebidas, y nos enfocamos en disfrutar de un rico almuerzo que, bajo el alero de un techo metálico, nos entregó la ansiada sombra que necesitábamos para esquivar el potente sol que nos había acompañado por las horas y días anteriores.
Fueron horas muy placenteras. Las recuerdo y atesoro con mucha emoción, ya que sentía que habíamos conseguido un gran logro. Habíamos logrado sortear las adversidades, y todo había resultado bien al final.
Comimos y luego descansamos, en silencio, disfrutando el momento.

En lo personal, una significativa y hermosa aventura que claramente no olvidaré jamás. Espero y creo que tampoco será olvidada por mis compañeros de excursión, mi hijo Javier y su primo Nacho.
Es una ruta que claramente se puede dividir en dos tramos muy distintos entre si. El primer tramo en verano muy seco, desde Lo Ermita a Los Azules muy poca agua disponible. El segundo tramo es el más agradable, agua por doquier y un sendero muy claro y marcado en todo momento.
Muy bonita experiencia recorriendo sectores muy sorprendentes de nuestra bella cordillera, muy cerca de la ciudad. Totalmente recomendable.